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Nadie es perfecto

Seguramente ya has sufrido en tu propio bolsillo comprar un libro sin apenas referencias. Tiene su riesgo. A veces sale bien y descubres a un autor (o incluso un género) que te fascina, pero otras veces, iluso de la vida, te llevas a casa un pestiño insufrible o algo que no te interesa ni remotamente. Todo un desatino (sin dramatizar, tampoco es el fin del mundo). Una portada estimulante (¿quién no ha comprado un libro por la portada?), una contraportada atractiva y con gancho o un nombre o título con tirón son elementos que pueden hacer que te dejes llevar.
Algo así me sucedió con Nadie es perfecto (Tusquets, 2015; por supuesto, también disponible en ebook), la última novela de Joaquín Berges.

Hace unas semanas, haciendo tiempo en la librería al lado del trabajo, me llamó la atención la portada, que es deliciosa. No había leído antes nada de Joaquín Berges, así que no sabía qué podía encontrar; pero el hecho de tener detrás a una editorial del renombre de Tusquets suponía cierta garantía. ¡Atiza, según la solapa, ya son cinco las novelas que ha publicado con Tusquets! Algo bueno debe tener, pensé. Así que eché una ojeada a la contraportada. Toda una tentación: una mansion inglesa, una fiesta, secretos de familia y un investigador privado; por si fuera poco, el libro se autodefine como una parodia desopilante de las novelas de Agatha Christie. Definitivamente, una combinación irresistible, ¿verdad?


Con Nadie es perfecto, aun habiendo sido un tanto a ciegas, la elección fue más que acertada porque se trata de una comedia con mucho humor, con las gotitas de suspense necesarias para urdir una trama y unos diálogos y unas situaciones muy ingeniosos. Todo un acierto, como verás a continuación.
Una aristocrática familia inglesa, los Whirlpool, ofrecen una suntuosa fiesta en Kenwood Manor, su mansión en la campiña. Entre los invitados a la fiesta figura el antihéroe protagonista de la novela, Rhett Bull, de profesión detective privado. ¡Detective privado!
¡Acertaste! Nadie es perfecto está escrita en clave de misterio pero, tranquilo, porque no te voy a revelar ningún detalle de la trama. Una trama que es, en realidad, un vodevil delirante. Porque esta novela se vale de la dosis de suspense precisa para crear la excusa perfecta para jugar al desconcierto y generar unas situaciones disparatadas a cargo de unos personajes excéntricos (listado de personajes). Los diálogos son muy ingeniosos y las reflexiones y tribulaciones de Rhett no tienen desperdicio.
La novela está muy cuidada. Tanto en su redacción, muy ágil y ajustada a los personajes y situaciones, como en los detalles. Por ejemplo, se incluye el dibujo de la fachada y el plano de la mansión. Un detalle inncesario para seguir la novela pero que hace pensar en el Cluedo, el famoso juego; tal vez porque esta novela es como un juego, es decir un entretenimiento con el que divertirse y pasarlo bien.
También hay que mencionar a los personajes. Algunos son brillantes: el mayordomo Harrods, Lady Whirlpool, su hija Visa, la picante Ballantines (porque entre los secretos de la familia, hay algunos picantes), el inspector Sainsbury y su ayudante Walmart; y, sobre todo, Rhett Bull. Ojalá sepamos más del bueno de Rhett y sus andanzas, previas o posteriores a su visita a Kenwood Manor. Un Rhett que recuerda en varias ocasiones al personaje infeliz y encantador de las novelas de Eduardo Mendoza.
La novela se devora de principio a fin. Algo a lo que ayuda que sea una novela corta, unas 270 páginas, con lo que evita hacerse pesada, repetitiva o, lo que sería peor, perder la chispa. No es el caso: Nadie es perfecto tiene un buen arranque y mantiene el interés y el ritmo hasta el final. Un final que es todo un guiño.
Hablando de guiños, el título ¿no te suena a una frase muy famosa de una película mítica?
Para ir terminando, Joaquín Berges ha sido todo un descubrimiento. Para que te hagas una idea, aquí puedes ver una entrevista en Las lecturas del gato. ¡Un tipo que se atreve a fotografiarse en una bañera en medio del campo para la solapa! Un buen escritor del que ya estoy deseando leer sus próximas novelas. Hasta entonces, habrá que contentarse con las anteriores.
En definitiva, esta novela es todo un acierto para las vacaciones. O si ya las has acabado, piensa que ya queda un día menos para las siguientes vacaciones y que, mientras tanto, puedes hacer más llevadera la cruda realidad con el buen humor de Nadie es perfecto.

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