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El secreto de la modelo extraviada

¿Qué pensarías si te digo que ha vuelto el rey? ¿Te imaginas a Juan Carlos I tramando un plan para quitarle la corona a Felipe VI? Tranquilidad, no van por ahí los tiros. Quien ha vuelto es uno de mis escritores favoritos (y de muchos lectores) y autor de algunas de las novelas más cómicas que puedas leer. Queridos lectores, ¡ha vuelto Eduardo Mendoza! Y vuelve recuperando a su mejor protagonista en El secreto de la modelo extraviada. ¡Ha vuelto el rey de la comedia española!
La trayectoria literaria de Eduardo Mendoza se remonta a 1975, año en el que se publica La verdad sobre el caso Savolta (la edición conmemorativa de 2015 salió con el que iba a haber sido su título original de no haber intervenido la censura, Los soldados de Cataluña). El éxito de la novela fue inmediato. Un éxito merecido, con una historia principal que se sitúa en la Barcelona convulsa de 1918, que atrapa desde el principio y que ofrece una mezcla muy oportuna de estilos y recursos. Incluyendo el humor y la picaresca. Una buenísima novela.
Humor y picaresca, junto con los escenarios barceloneses, son precisamente los rasgos que van a caracterizar gran parte de la obra de Eduardo Mendoza a partir de la publicación de su segundo libro en 1979, El misterio de la cripta embrujada, en la que nace uno de los personajes inolvidables de la narrativa española contemporánea: el indescriptible detective sin nombre que también protagonizaría cuatro años después El laberinto de las aceitunas. El misterio de la cripta embrujada es pura diversión, pura carcajada. Ya con estas dos novelas y con Sin noticias de Gurb, Mendoza se gana el derecho a ser considerado el rey de la comedia en la literatura española contemporánea.

En 2001, La aventura del tocador de señoras, un éxito editorial y superventas, supone la vuelta por todo lo grande de las peripecias de nuestro protagonista y sus siempre estrafalarios acompañantes. La serie tendría una cuarta (y algo inesperada) entrega en 2012, con El enredo de la bolsa y la vida, en mi opinión algo más floja que sus predecesoras (alguna tenía que ser la más floja de las cuatro).


El secreto de la modelo extraviada constituye la quinta (y por ahora última) aventura de este pintoresco detective. La novela ha sido editada a finales de 2015 por Seix Barral (que pone a tu disposición el tentador primer capítulo), como todas las novelas de Eduardo Mendoza, a excepción de Riña de gatos. Madrid 1936, Premio Planeta 2010 y, en consecuencia, publicada por la propia Planeta (no cunda el pánico, Seix Barral es del Grupo Planeta).
Cronológicamente, la acción de la primera parte de El secreto de la modelo extraviada
diría que se sitúa poco después de El laberinto de las aceitunas. La segunda parte, dada la ocupación del protagonista, me da la impresión de que seguiría a El enredo de la bolsa y la vida, aunque me parece algo extraño que se haya perdido al personaje de Quesito.
Has leído bien, El secreto de la modelo extraviada está dividida en dos partes entre las que transcurren casi cuatro décadas. Y esta división marca, para bien y para mal, la novela.
Durante su primera parte, el detective más rocambolesco de la narrativa española protagoniza una trama delirante, como dictan las normas de la marca Mendoza. En esta ocasión, se pasa media novela haciendo footing por Barcelona, el escenario habitual de las novelas de Mendoza. Por supuesto, el protagonista sigue igual de indescriptible. Porque, se mire como se mire, es indescriptible; se tienen muy pocas descripciones de su físico, aunque es difícil figurárselo como un adonis; es presumible que a desgarbado y piltrafilla le ganen pocos.
Hace muchos años, cuando nuestro protagonista se veía recluido en el manicomio del doctor Sugrañes, aparecieron los hombres del comisario Flores… y hasta aquí puedo leer, que para eso estamos ante una novela de misterio. Así empieza esta primera parte, volviendo a sus orígenes. Una historia de intriga que gira inicialmente sobre la desaparición de un perro, Toby, pero que en un abrir y cerrar de ojos se ha convertido en un asunto mucho más serio: la acusación de homicidio de la modelo Olga Baxter, que no es otra que la modelo extraviada del título.
Para llevar a cabo sus pesquisas y probar su inocencia, nuestro detective cuenta con unos ayudantes (o no) de lujo. Algunos repiten en esta novela: su hermana Cándida, Flores; otros se estrenan: la Srta. Westinghouse (fabulosos los diálogos de la primera parte), el cocinero butanés en Casa Cecilia, su pinche el señor Larramendi y Llewelyn de París (¡siempre empeñado en decir que no es gay!). Son puro esperpento y casposidad. Todos ellos desfilan por situaciones desternillantes, absurdas en la mayoría de ocasiones, que propician la risa más abierta. Que es de lo que se trata. Que nadie busque seriedad en El secreto de la modelo extraviada. No la hay. O sí, pero muy disimulada, como sucede con la historia de esa burguesía catalana rebelde, unida en la APAFL, llevándose el dinero a Suiza.
Por supuesto, la narración es muy ágil y veloz, fiel a sus novelas predecesoras. Justo lo que necesitan la parodia y la sátira. Con frases simples en las que, ¡cómo no!, el lenguaje está plagado de los arcaísmos que tanto gustan a Mendoza (y también a sus lectores, al menos a mí). Ahí radica también buena parte de la gracia de estas novelas. En esa forma de narrar única que tiene Eduardo Mendoza. Supongo que por eso, sin menospreciar sus incursiones en la novela seria (por ejemplo, en La ciudad de los prodigios), estamos hablando de uno de los pocos nombres españoles que se barajaban para el Nobel de Literatura en 2015.
Volviendo a El secreto de la modelo extraviada, la primera parte se cierra de una forma un tanto brusca con la confesión, inesperada, del homicida. Un cierre que da paso a una segunda parte en la que no cambia el escenario (seguimos en Barcelona), pero sí el momento del tiempo, que abandona los principios de los ochenta para situarse en la Barcelona presente. Un salto de más de treinta años que permite ver en qué se ha convertido cada personaje (¿habrán mejorado o se habrán mantenido en la marginalidad?) o la evolución y transformación de Barcelona. Este contraste es lo mejor de la segunda parte. Más de tres décadas tras las cuales el protagonista decide reabrir el caso, pese a haber prescrito el delito, porque “algo” no cuadra. El recurso que utiliza es un poco flojo, la verdad. De hecho, el nuevo final, algo mejor que el de la primera parte, resulta previsible.
En mi opinión, la segunda parte de El secreto de la modelo extraviada flojea un poco y es casi precipitada en su desarrollo. El ritmo carece de fluidez y va un poco a trompicones, tal vez para poder rematar las historias de todos los personajes. Por suerte, se trata de una novela relativamente corta, de poco más de 300 páginas, así que esta segunda parte, que personalmente no termina de convencerme y me parece mejorable, no llega a hacerse pesada. Además, también hay momentos que tienen su gracia. No está mal, simplemente no está a la misma altura que la primera parte.
Lo de esta segunda parte es muy curioso. Me ha quedado una sensación algo extraña. Si me dijesen que la primera parte estaba escrita en los años ochenta y que Eduardo Mendoza la guardó porque no quiso acabarla porque se metió en otra novela, porque no le apetecía o porque no supo qué final poner (lo que encajaría con ese final sorprendente), pero que, ahora, por el motivo que sea (cualquiera es válido), la ha sacado del cajón y la ha terminado, me lo creería. Es una sensación mía. Aunque igual es precisamente lo que el juguetón de Mendoza quiere que pensemos. Todo puede ser.
En definitiva, uno de los regresos más esperados; una novela con la que Eduardo Mendoza revive a su protagonista mítico y con la que demuestra que sigue manejando perfectamente la comedia. Para eso es el rey del género, todavía algún peldaño por encima de algunos príncipes que podrían ocupar el trono en los años venideros (sin ir más lejos, en Las rubias también leen estrenó sus comentarios con Nadie es perfecto, de Joaquín Berges).
Imprescindible para los adictos al detective de Mendoza, El secreto de la modelo extraviada es una lectura muy entretenida para todos los públicos, con una primera parte sobresaliente y muy recomendable para reír a carcajadas.

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