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Una sola palabra

Hace dos años Las rubias también leen se estrenaba con la que por entonces era la última novela del escritor zaragozano Joaquín Berges, Nadie es perfecto, una divertidísima comedia. Ahora, Tusquets publica su nueva última novela: Una sola palabra, algo totalmente distinto.


En las aproximadamente 430 páginas de Una sola palabra encontrarás una historia de presente a pasado en la que la protagonista, Celia, afectada por una amnesia temporal y selectiva tras sufrir un ictus, va a reencontrarse con su vida pasada. Familiares, compañeros de trabajo y amigos le van a dar semblanzas de una Celia distinta, en la que no se reconoce, e intuye (lo intuye Celia y lo intuye el lector; Joaquín Berges te va llevando por donde quiere) que, por la mediación de su hija Paula, le ocultan algún episodio vivido. La trama está bien hilada y los detalles, no sólo los relacionados con la intriga, se van revelando sin prisa a medida que Celia reconstruye su memoria.
Junto con la propia edición de Tusquets (donde puedes leer el primer capítulo), sobria, cuidada y muy cómoda de leer, hay varios aspectos destacados en Una sola palabra. El primer punto fuerte es el principio de la novela, en: la presentación de Celia; es imposible no ponerse en su situación. A ese buen inicio hay que sumar los personajes, femeninos casi todos ellos: Celia (un personaje muy rico en matices y complejo), la hija Paula (la manera en la que se refleja la relación madre-hija no tiene desperdicio, es fabuloso) y la asistenta Rosario (que aporta algunas dosis de humor y viene a ser una suerte de Sancho para su don Quijote). Las relaciones entre personajes y sus sentimientos son de los mejor del libro. La nieta Alba y Charlie, el perro, también merecen una mención porque aportan riqueza a la lectura. El tercer punto fuerte del libro, para mí, está en el estilo utilizado, una narración suave y tranquila, a veces circular, escrita en un tono positivo, sin grandes alardes y con un narrador en tercera persona que me ha resultado muy cercano tanto a los personajes como al lector, justo lo que necesita la historia.
Y con la historia llega el punto más delicado de Una sola palabra. Una pequeña historia doméstica, algo que nos podría suceder a cualquiera y que, además del interés que presenta per se, sirve de excusa para presentar las relaciones entre personajes, sus reacciones y sus sentimientos. Igual se podía haber esperado más en este sentido, más profundidad, pero creo que la idea de esta novela no es perderse por esos derroteros y empezar a divagar (eso sería otra novela distinta), sino contar (y contarla bien, además) una historia que funciona de principio a fin. E incluyo entre lo que funciona a una parte que, a medida que la leía, no me convencía demasiado, que veía algo artificial, pero que, al final, reconozco que acaba muy bien y encuentra sentido.
En conclusión, si buscas lecturas para este verano, Una sola palabra, de Joaquín Berges, es una muy buena opción para disfrutar en estas vacaciones. ¡Disfruta de su lectura!



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