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El informe de Brodeck

¿Qué tal las vacaciones? ¿Has leído mucho? ¡Espero que sí! Que hayas aprovechado el tiempo y que hayas podido descansar y divertirte leyendo a raudales. Para hacerte más llevaderas la vuelta a la realidad y la depresión postvacacional, Las rubias también leen te trae una recomendación de las buenas: El informe de Brodeck, de Philippe Claudel.
Originalmente publicada en francés en 2007, El informe de Brodeck es la quinta novela de Philippe Claudel, últimamente más volcado con el cine que con la escritura. La versión española llegaría en 2008 de la mano de Salamandra, en una cuidada edición de poco menos de 300 páginas (288 páginas, para los meticulosos, aunque las últimas son agradecimientos), que ha editado también dos de las novelas anteriores en español, la impresionante Almas grises (de la que ya hablamos mejor que bien hace unos meses en Las rubias) y la entrañable La nieta del señor Linh, así como la posterior Aromas, de 2013 (que todavía no he leído pero ya he visto que está en la biblioteca municipal).

Con El informe de Brodeck Claudel se hizo con varios premios, entre ellos, el Premio Goncourt de los Estudiantes, una iniciativa muy bonita que pretende fomentar la lectura entre los alumnos de Secundaria.


Si ya conoces a Philippe Claudel (en mi caso, ya había leído Almas grises y leído y releído, por descerebrado, La nieta del señor Linh), puedes hacerte una idea de lo que te espera en El informe de Brodeck (si aún no has leído nada de Claudel, cualquiera de estas tres novelas es más que recomendable) porque El informe de Brodeck es Claudel en estado puro, para lo bueno y para lo menos bueno. Una narración impecable, exquisita; una historia dura, de las que precisan de una pausa (o más de una) para digerir y pensar.
El informe de Brodeck es justamente lo que dice su nombre: un informe que redacta Brodeck.
¿Y quién es Brodeck? Brodeck es el protagonista y narrador en primera persona (a veces en una distantísima primera persona) de la fábula que nos quiere presentar Claudel. Brodeck reside junto a su mujer, Emélia, su hija, Poupchette, y la vieja Fédorine en un pequeño pueblo situado en un remoto valle, redactando informes pormenorizados para la Administración estatal sobre el aprovechamiento de la flora y fauna en el pueblo en que viven y en las montañas que lo rodean.
¿Y dónde están ese pueblo, ese valle y esas montañas? Claudel sitúa con toda intención su historia sin una clara referencia temporal y espacial. En el pueblo de Brodeck se habla un dialecto del alemán, así que todo lleva a pensar que estamos en algún lugar fronterizo cercano a Alemania: podría ser Austria (el pueblo está más o menos cerca de S, ¿acaso Salzburgo?), la parte más occidental de la República Checa o Polonia, o incluso algún lugar recóndito de Alsacia o Lorena (¿tal vez Strasbourg?). Y hay indicios que sugieren que nos situamos poco después de la Segunda Guerra Mundial, aunque algunos otros apuntan a la Primera. En todo caso, el lugar y tiempo precisos son, en esta novela, lo de menos: podría ser cualquier guerra, ya que muchos de sus horrores son comunes a todas ellas y, lamentablemente, cada guerra puede superar en horror a las anteriores.
En ese escenario aislado y reducido transcurre buena parte de El informe de Brodeck. Un día llega al pueblo un forastero, el "Anderer", es decir, el Otro, en alemán (prácticamente el único detalle que no me ha gustado: la manía de mantener palabras y frases en alemán, algo innecesario, en mi opinión) con su yegua, la Señorita Julia (si hay alguna referencia a algo en el nombre, se me escapa) y un asno, el señor Sócrates. Este extranjero presenta algunos rasgos y unas costumbres algo peculiares y, sin decir más de lo que revela la contraportada, acaba siendo asesinado entre todos los hombres del pueblo, excluido Brodeck (nada es casualidad) y algunos viejos. En nombre de todos ellos, el alcalde encarga a Brodeck (que es el único del pueblo con formación) la labor de escribir un informe recopilando los hechos acontecidos desde la llegada del forastero hasta su muerte.
Sin embargo, el informe de Brodeck, el que da título a la novela propiamente dicha, no es informe que encarga el alcalde, si no que se trata de un informe paralelo que Brodeck escribe para sí mismo (y para nosotros, claro está). Un informe que se desdobla para servir a dos fines complementarios:
  1. Brodeck nos detalla la evolución de la redacción del informe para el alcalde, de las visitas que hace a algunos lugareños. Esto permite que Claudel nos deleite con una galería extraordinaria de personajes. Apenas trazando un par de rasgos de cada uno de ellos, suficientes para identificarlos, no tanto en lo físico como en lo moral, y que queden manifiestas las vilezas de cada uno y cómo el miedo (principalmente) está detrás de todos ellos y de sus comportamiento ruines. Como es marca de la casa con Claudel, no queda títere con cabeza.
  2. Al mismo tiempo, en este informe paralelo, Brodeck hace memoria y nos transporta a distintos episodios, pasados y presentes, de su vida (los saltos no son lineales; en muchas ocasiones el tiempo ambiental permite distinguirlos e identificar el momento en el que se mueve la novela). Son episodios muy tristes, conmovedores.
Los acontecimientos, ya sean los que conciernen al visitante o a Brodeck, no dejan indiferentes. Como he dicho, son tremendos y tristes, pero a la vez subsiste la esperanza (el propio Brodeck es el mejor ejemplo). Son muy llamativos los contrastes entre las distintas caras de algunos personajes, en la misma línea que en Almas grises (con el que hay más paralelismos) en El informe de Brodeck las personas no son planas y nadie es sólo lo que parece. Y menos cuando el miedo hace acto de presencia, cuando nadie vale nada. La sensación de vacío te acompaña durante toda la historia, desde la primera página.
La estructura de la novela, dividida en capítulos breves, entremezcla ambas partes de forma muy suave y bien llevada. Poco a poco, el interés va pasando de la historia del Anderer (al fin y al cabo muy pronto se sabe qué le sucede; pero no cómo ni por qué) a Brodeck y sus circunstancias.
La prosa de Claudel, elegante y con gusto, que se basa en frases cortas y concisas, sin demasiados adornos, se ajusta a la perfección al ritmo de los acontecimientos. Su intensidad oscila, no es monótona. Lleva el tempo justo, eso sí, siempre moviéndose en el terreno de una lectura reposada y meditada. Vamos, una auténtica gozada de lectura, tanto en los diálogos como en el desarrollo. Uno de los aspectos que más me ha gustado de libro es el discurso con la naturaleza. Los pasajes descriptivos de las montañas y bosques, del río Staubi y sus alrededores y de los valles son una verdadera delicia y muestran un contraste adicional entre la naturaleza, armoniosa y suprema, y el ser humano, no tan armonioso e ínfimo.
Un último detalle para acabar: el final. A medida que se avanza, más intriga genera cómo va a acabar la novela por lo que a Brodeck se refiere. La parte del extranjero está clara y la parte del informe para el alcalde también, pero ¿qué va a suceder con Brodeck y su familia? Curiosamente, es de Brodeck de quien menos conocemos. Pues bien, el final de la novela está a la altura de la novela, no desentona y, a pesar de todo lo que sucede, en cierto modo, hace que cierres el libro con con buena sensación y con optimismo.
En definitiva, El informe de Brodeck es una novela muy recomendable, para disfrutar leyendo con calma y sin prisas. Si te gusta Claudel (especialmente Almas grises), es un acierto seguro. Si aún no has leído nada suyo y quieres estrenarte, El informe de Brodeck es una buena opción para conocer su estilo sosegado y su forma de presentar historias profundas con una narración aparentemente sencilla muy bien construida. Si te animas, ¡espero que te guste!.



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